Una condición médica grave caracterizada por un peso corporal poco saludable, una obsesión anormal con los alimentos y una imagen corporal distorsionada, la anorexia nerviosa necesita atención de un profesional médico. El peso corporal y el índice de masa corporal pueden ayudar a determinar si una persona sufre del trastorno, pero otros síntomas sirven como pistas de que existe el problema de la falta de alimentación y la inanición. Una persona con anorexia nerviosa puede estar en negación, y solo un padre, amigo u otro ser querido puede convencerla de que busque tratamiento.
Índice de masa corporal y pistas de peso
Un peso corporal que sea un 15 por ciento o más por debajo del promedio de altura, edad y sexo indica la posibilidad del trastorno alimentario.
El índice de masa corporal, o IMC, mide la relación entre la altura y el peso. Es una forma de evaluar si una persona tiene un peso normal, sobrepeso o bajo peso. Los adultos sanos generalmente caen entre 18.5 y 24.9 en la tabla de IMC. Un IMC inferior a 18.5 indica que puede existir un problema, mientras que un IMC inferior a 17.5, especialmente en adultos, generalmente está presente en personas que sufren de anorexia nerviosa. Algunos médicos pueden mostrar preocupación si el IMC cae por debajo de 20, especialmente si hay otros síntomas de trastornos alimentarios.
En adolescentes jóvenes, un IMC bajo no es suficiente para diagnosticar la anorexia nerviosa. Algunas jóvenes adolescentes simplemente tienen una constitución delgada y no han alcanzado proporciones adultas, pero son completamente saludables.
Síntomas conductuales de la anorexia nerviosa
Un médico puede presentar a un presunto paciente con trastorno alimentario una serie de preguntas conocidas como cuestionario SCOFF. Las respuestas positivas a estas preguntas a menudo indican anorexia nerviosa o bulimia, un trastorno caracterizado por atracones y purgas. Las preguntas abordan si recientemente ha perdido una cantidad notable de peso; su preocupación por el peso; si te haces vomitar después de las comidas; el estado de su ciclo menstrual y si se detuvo; y pregunte acerca de su imagen de tipos de cuerpo gordo versus delgado, especialmente el suyo.
A menudo, obtener respuestas directas de las personas con trastornos alimentarios es un desafío. O no perciben que tienen un problema o no quieren ayuda. Negativa de una persona a tratar de mantener un peso corporal normal; miedo a engordar; negación del estado de su cuerpo; y la pérdida de la menstruación durante tres meses o más son otras conductas indicativas de anorexia.
Indicadores físicos de tener bajo peso
Un cuerpo gravemente bajo de peso y los hábitos alimenticios poco saludables que acompañan a un trastorno alimentario pueden tener graves consecuencias para la salud. Las personas con bajo peso son más vulnerables a las enfermedades, tienen una masa muscular baja y pueden perder cabello. La restricción de la ingesta de alimentos priva al cuerpo de nutrientes valiosos que respaldan un cuerpo sano, incluidos huesos fuertes, función sexual y salud cerebral.
Tener un peso extremadamente bajo también puede poner en riesgo el corazón de una persona. Un pulso bajo y presión arterial, así como una temperatura corporal reducida pueden ser complicaciones del trastorno alimentario. Si se sospecha que alguien tiene el trastorno alimentario, es probable que un médico evalúe su fuerza muscular observando su capacidad para pasar de una posición en cuclillas a una posición de pie. Un electrocardiograma evaluará si hay latidos cardíacos irregulares como resultado de hábitos alimenticios poco saludables. Los desequilibrios electrolíticos, el bajo nivel de proteínas y los problemas de tiroides, hígado o riñón son otras preocupaciones médicas asociadas con la anorexia nerviosa.
Buscando tratamiento para los trastornos alimentarios
En algunos casos, la pérdida de peso severa ocurre debido a otra condición física o emocional. El dietista de hoy señala que la depresión a menudo ocurre junto con una rápida pérdida de peso y pérdida de apetito. Considere buscar una combinación de atención médica y de salud mental para abordar la alimentación desordenada.