Si su hijo tiene sobrepeso, es importante ayudarlo a comenzar a recuperar su peso normal lo antes posible. No es prudente imponer cambios drásticos, ya que esto probablemente causará estrés y conflicto y puede ser perjudicial para la salud de su hijo. Implementar cambios razonables en toda la familia puede ser la forma más efectiva de ayudar a su hijo a perder peso.
Comience en la mesa de la cena
Comer en familia puede ayudar a su hijo a comprender el control de las porciones y la importancia de una dieta equilibrada. Al elegir alimentos saludables para servir y establecer el tamaño de las porciones de su hijo, puede asegurarse de que no coma en exceso o elija alimentos poco saludables. Las comidas familiares saludables incluyen cenas asadas, pastel de pastor, mornay de salmón, barbacoas, salteados y kebabs.
Aligera los almuerzos
Los almuerzos escolares deben estar compuestos de alimentos saludables y satisfactorios. Los sándwiches con un poco de carne y verduras le darán a su hijo una buena cantidad de proteínas, carbohidratos y fibra, lo que la ayudará a sentirse lleno y lleno de energía durante la tarde. Una pieza de fruta le dará algo dulce para disfrutar, así como una dosis de vitaminas sin una gran dosis de calorías. Las buenas opciones de frutas incluyen manzanas, naranjas, melón, uvas, fresas, peras y ciruelas.
Merienda Sensible
La caída de muchos niños está en la despensa. Si su hijo tiene fácil acceso a dulces, papas fritas, barras de refrigerio, frutas secas y otros bocadillos, puede estar comiendo en exceso de manera diaria. Incluso si tiene acceso ilimitado a fruta, pan u opciones más saludables, las calorías aún pueden acumularse. Los refrigerios frecuentes deben reducirse a una o dos opciones saludables por día: los palitos de verduras, pequeñas porciones de queso y galletas, fruta, yogur o la barra de granola ocasional deben tener prioridad.
Darse prisa
Un estilo de vida sedentario puede conducir al aumento de peso en los niños. Demasiado tiempo frente a la televisión, computadora, tableta y consola de juegos significa que están quemando muy poca energía en comparación con sus contrapartes más activas. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, los niños necesitan al menos una hora de actividad todos los días. Cada semana debe incluir alguna actividad aeróbica, como correr o andar en bicicleta, alguna actividad de fortalecimiento muscular, como gimnasia o movimientos de peso corporal, y alguna actividad de fortalecimiento óseo, como deportes de stop-start o saltar la cuerda. Hacer estas actividades en familia ayudará a su hijo a sentirse cómodo con el proceso y disfrutarlo, en lugar de sentir que es un castigo o que se lo está señalando.