El alto contenido de agua de la lechuga romana significa que no existe un método de conservación a largo plazo adecuado para que la lechuga dure más. El secado, el enlatado y la congelación producen resultados no comestibles. Para obtener el mejor valor nutricional, la lechuga romana se sirve mejor cuando es fresca, verde y crujiente. Almacenar la lechuga en el refrigerador es la mejor opción para conservarla, aunque existen algunas otras medidas que pueden tomarse para garantizar que la lechuga romana dure el mayor tiempo posible.
Paso 1
Llena un fregadero limpio hasta la mitad con agua fría.
Paso 2
Corta el núcleo de la lechuga con un cuchillo limpio y afilado.
Paso 3
Separa las hojas de lechuga romana y sumérgelas en el agua.
Etapa 4
Agite las hojas de lechuga en el agua hasta que toda la suciedad u otros residuos se eliminen de las hojas.
Paso 5
Seque las hojas de lechuga romana girándolas en una hiladora de ensalada o seque cada hoja a fondo con un paño de cocina limpio.
Paso 6
Forre el cajón de verduras en el refrigerador con toallas de cocina secas y limpias o toallas de papel para absorber el exceso de humedad de las hojas.
Paso 7
Coloque las hojas una encima de la otra en el cajón encima de las toallas.
Cosas que necesitarás
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Cuchillo
Ensalada giratoria o paños de cocina
Paños de cocina o toallas de papel.
Propina
Mantenga la temperatura más fresca alrededor de 32 grados Fahrenheit. Coloque un termómetro para alimentos en la gaveta para medir la temperatura. Ajuste el termostato del refrigerador hasta que la gaveta alcance alrededor de 32 grados Fahrenheit.
Advertencia
No almacene lechuga cerca de plátanos, manzanas o peras. Estas frutas liberan gas etileno, que hace que otras frutas y verduras, incluida la lechuga, maduren más rápido.